Hoy te contaremos una historia de esas que no se escuchan seguido. Una historia de dolor y de tragedia, pero con un extraño final, que sorprenderá hasta a los más valientes. Como siempre, las cosas nunca son lo que parecen. En el Salvador, durante el mes marzo del año 2002, se llevaba a cabo el velorio de Margarita Casas, una joven de 17 años que había fallecido de un golpe en la cabeza, provocado por una trágica caída.
La familia estaba destrozada, inconsolable en llanto. Fue su mismo tío, el médico del pueblo, quien certificó la muerte de la joven. Sin embargo, lo más triste de la escena, era un joven de entre 18 y 20 años, el novio, su nombre es Nicolás Calderón, quien lloraba silenciosamente justo al lado del ataúd que se encontraba cerrado a petición de la madre. Durante el velorio, varios familiares dieron unas palabras de agradecimiento, a los que los acompañaban en ese penoso día.
Habló el padre y el hermano mayor, la madre no podía ni pronunciar su nombre, en ese momento empezó el tío, el prestigioso médico del pueblo, quién había encontrado el cadáver de Margarita. Durante su discurso, el novio interrumpió con un grito de ¡Está viva! y con toda su fuerza, abrió el ataúd de su novia, rompiéndolo y arruinando el bonito arreglo floral. Todo el mundo se quedó impactado y en shock. Inmediatamente el tío empuja al novio, pero él se resiste a soltar a su querida y novia, quien no dejaba de gritar el nombre de su tío, quien había intentado matarla. La madre se desmayó en ese instante y el padre gritó “¡Es un milagro divino!”.
Así fue el velorio de Margarita Casas, quien nunca estuvo muerta, sólo estaba en un coma y su versión, es mucho más siniestra de lo que te imaginas. Resulta ser que ese día, su tío, el prestigioso médico, había abusado de ella y la había golpeado. Lo hizo durante horas, pues no había nadie cerca y ella no podía gritar, pues estaba amordazada. Lo último que recuerda es que recibió un tremendo golpe en la cabeza que le hizo perder la razón.
Al escuchar la historia, las autoridades corrieron a detener al médico delincuente, pero era demasiado tarde, él se había fugado del país. Nadie podía creer la maldad con la que ese horripilante hombre pretendía enterrar viva a su joven sobrina, tratando de ocultar su terrible delito. Con el tiempo, la policía local descubrió que el médico era responsable de la desaparición de otras 3 chicas jóvenes. Hasta la fecha, el criminal sigue libre. No cabe duda que caras vemos, corazones e intenciones, no sabemos
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