Los niños suelen ser, en comparación a los adultos, mucho más libres y expresivos y suelen, por lo general, ser mucho más abiertos a experimentar nuevas experiencias, al menos hasta que dichas experiencias les resulten agradables. También suelen ser mucho más sinceros que la mayoría de los adultos, siempre y cuando no tenga que ver con alguna travesura que hayan hecho.
Pero también los niños suelen ser mucho más desinhibidos y desconocen los límites de hasta qué punto deben llevar una actividad, por lo que en ocasiones llegan a comportarse de forma indebida. Las siguientes situaciones son ejemplos de esos momentos desinhibidos en que los niños llegaron a comportarse de formas tan descabelladas que uno no puede más que compararlos con pequeños adultos borrachos.
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